Hay un tema que me viene resonando cada vez más: “estar en el ahora” es quizás uno de los desafíos con los que nos topamos en nuestro día a día, parece simple pero no lo es, hay muchos distractores en nuestra mente que nos arrastran a un pasado que no se puede cambiar, así como […]
https://hernancouste.com/wp-content/uploads/2023/06/las-terrenas-republica-dominicana-scaled.jpeg14402560hernan.coustehttp://hernancouste.com/wp-content/uploads/2023/12/logo-hernan-couste.pnghernan.couste2023-06-26 19:45:392023-06-26 20:01:36Estar en el ahora, un viaje por Las Terrenas, en República Dominicana.
En cada nuevo viaje que emprendo, trato de no perderme ningún detalle, la ruta, el cielo, las terminales y aeropuertos, los bares, los paradores en ruta (una de mis partes favoritas de cualquier viaje es parar en la ruta, tomar un café, caminar un poco en tierra de paso), salvo en casos en los que […]
https://hernancouste.com/wp-content/uploads/2023/01/3.png10801080hernan.coustehttp://hernancouste.com/wp-content/uploads/2023/12/logo-hernan-couste.pnghernan.couste2023-01-27 18:32:172023-01-27 18:33:06Conectándonos: El Camino por delante II
Hay un tema que me viene resonando cada vez más: “estar en el ahora” es quizás uno de los desafíos con los que nos topamos en nuestro día a día, parece simple pero no lo es, hay muchos distractores en nuestra mente que nos arrastran a un pasado que no se puede cambiar, así como […]
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En cada nuevo viaje que emprendo, trato de no perderme ningún detalle, la ruta, el cielo, las terminales y aeropuertos, los bares, los paradores en ruta (una de mis partes favoritas de cualquier viaje es parar en la ruta, tomar un café, caminar un poco en tierra de paso), salvo en casos en los que […]
https://hernancouste.com/wp-content/uploads/2023/01/3.png10801080hernan.coustehttp://hernancouste.com/wp-content/uploads/2023/12/logo-hernan-couste.pnghernan.couste2023-01-27 18:32:172023-01-27 18:33:06Conectándonos: El Camino por delante II
Hay un tema que me viene resonando cada vez más: “estar en el ahora” es quizás uno de los desafíos con los que nos topamos en nuestro día a día, parece simple pero no lo es, hay muchos distractores en nuestra mente que nos arrastran a un pasado que no se puede cambiar, así como también hacia un futuro que no existe, no ocurrió, está en nuestra imaginación.
Comienza el día y estoy en un lugar nuevo para mí, Las Terrenas, un pueblo pesquero de República Dominicana ubicado en Samaná, famoso por sus playas paradisíacas y por las historias que envuelven al lugar, como por ejemplo aquella que cuenta que muchos de los habitantes fueron viajeros, turistas, que al pasar por aquí unas noches decidieron mudarse y hacer sus vidas en este lugar mágico.
Para alojarnos elegimos Residencia del Paseo, un complejo muy lindo ublicado en el paseo comercial al que refiere su nombre. Cuenta con apartamentos tipo studio y duplex, cocina con anafe, vajilla, balcón al parque y baño. Es un muy buen lugar para visitar el destino con amigos, familia o en pareja y tener una estadía relajada, con la posibilidad de cocinar y no depender únicamente de restaurantes.
En cada viaje que realizo trato de enfocarme mucho en estos detalles y “grabar” mis estados de felicidad con cada lugar, aroma, sabor, para llevarme las mejores experiencias en mi ser.
¿Por qué mi obsesión con estos temas?
Muchas veces me he dado cuenta que al regresar de un viaje no había disfrutado, o al menos vivido de forma más consciente cada momento. Descubrí que en muchas ocasiones estuve mirando demasiado al pasado y al futuro.
Estar en el pasado nos conecta con situaciones que no podemos cambiar, si bien es maravilloso revivir los buenos momentos, también están los no tan buenos, y podemos pasar mucho tiempo recreandolos con finales alternativos que nos reconfortan en el momento, pero nos siguen recordando algo que no es de lo más feliz.
Estar en el futuro nos produce ansiedad de forma creciente y desmedida, ya que nos hace vivir en un tiempo que no existe aún, y podemos caer en la tentación de recrear posibles situaciones que esperamos, positivas o negativas, pero que en definitiva nos quitan mucha energía.
para todo mal, el mar… para todo bien, también
El mar en Las Terrenas es sublime, los tonos turquesas y azules se presentan ante mis ojos con el primer sol de la mañana, y con la excusa de ir a buscar dónde desayunar, recorro el parque del Apart del Paseo sin agenda, es decir, sin apuro ni horarios, lo único que tendrá preponderancia para mi en este día será el inmenso Mar Caribe y las playas de Las Terrenas.
Como bien dice la frase que encabeza este párrafo, el mar nos cambia la energía, estar en contacto con la Naturaleza nos sana, nos conecta con un sistema mayor que nos resetea, los viajes son una posibilidad estupenda para volver a conectarnos con nuestro ser, y desde ese lugar, ver las cosas con una nueva mirada.
Es importante destacar que esta mirada se activa cuando cambiamos el observador, en coaching hablamos del observador cuando nos posicionamos desde el afuera para observar circunstancias propias. El viaje nos da la oportunidad de repensarnos, con lo cual nos observamos mucho a nosotros mismos, nos damos el espacio que quizás en otros momentos no nos permitimos.
Al viajar de manera consciente nos conectamos con nuestro ser (nuestra esencia sin estar adaptados a contextos sesgantes) y como te mencionara en un viaje anterior a São Sebastião, conectarnos con el ahora es una gran sanación desde que activamos los sentidos en el presente.
En Las Terrenas el mar tiene una calma diferente, mientras caminaba con mis compañeros de viaje conversábamos acerca de la importancia de no forzar las situaciones, previo a esto estuvimos a punto de negociar una excursión a otra prometedora playa con los remises moto, una negociación que se estaba prolongando mucho más de lo normal, y en un momento nos dimos cuenta que era mejor la propia playa del pueblo costero, que nos ofrecía todas las bondades del Mar Caribe, todo lo que esperamos se encuentra aquí: los bares de playa, restaurantes, paseos de compra, artesanías, y el gran atardecer.
Y quizás este ejemplo nos pueda recordar una vez más lo que ya sabemos: en nuestro interior sabemos lo que queremos, empecemos hoy a vivir nuestro propio lugar de paz.
¡Te veo en el camino!
Hernán
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En cada nuevo viaje que emprendo, trato de no perderme ningún detalle, la ruta, el cielo, las terminales y aeropuertos, los bares, los paradores en ruta (una de mis partes favoritas de cualquier viaje es parar en la ruta, tomar un café, caminar un poco en tierra de paso), salvo en casos en los que llegue extenuado y duerma, trato de ver todo desde el momento en que salgo hacia un nuevo destino, todos los detalles me cuentan historias, y las escriben.
La idea de una vida ajetreada, cargada de actividades, donde el tiempo nunca alcanza, hace que pensemos en los resultados antes que el trabajo para lograrlos, que nos centremos tanto en el objetivo de lograr lo que queremos, y hacerlo tan rápido que no disfrutemos del proceso, del mientras tanto.
Chascomús 120 km Coronel Brandsen 36 km
Recuerdo cuando era niño, íbamos muy seguido desde La Plata a Chascomús, para quienes no conocen este lugar, es una ciudad muy pintoresca que se erige en la vera de la laguna que lleva su nombre. Un lugar muy valorado por los aficionados a la pesca, entre ellos mi papá.
A él le fascinaba ir cada fin de semana a la laguna y pasarse la tarde con la caña y unos mates, a mí la pesca nunca me ha llamado mucho la atención, pero cada vez que podía me iba con él.
Mi mundo entero cambiaba ante la posibilidad de tomar la Ruta 2, recorrerla durante una hora aproximadamente hacia nuestro destino, y en cada viaje realizaba los mismos rituales: leer y memorizar cada cartel, aprenderme todos los nombres de las localidades, perderme en los misterios del campo abierto mirando al horizonte.
Chascomús 80 km Gral. Vieytes 25 km
En esos viajes, quizás, fue que empezaron a sonar en mi cabeza melodías, y fui tomando consciencia de esa parte del cerebro, que nos programa música todo el tiempo, como si fuera una radio o una playlist permanente, y nos acompaña en cada pequeño momento de nuestras vidas.
Conectarme con ese camino fue una y otra vez activar mis sentidos, visualizar el mundo y el futuro, tardes de sol iluminaron mis ojos, tardes de tormenta me acercaron a esa otra energía que surge cuando el aire que presagia el agua invade nuestra humanidad.
En miles de charlas mirando la ruta, en miles de silencios, puedo afirmar que nunca estuve tan conectado con todo lo que me rodeaba.
Chascomús 30 km Río Samborombón 20 km
Meditación en movimiento
Dicen que la meditación es el arte de vaciarnos de pensamientos para dejar fluir, sencillamente… ser.
Quizás haya sido en esos días, que las rutas se volvieron una parte feliz en mi vida, donde fluir por los caminos, detenernos en algún parador, tomar un café o una gaseosa, probar algunas facturas del lugar, conectar, se hayan convertido en una experiencia superadora.
Pienso que cuando nos permitimos esa conexión, podemos transitar libremente por los caminos, y dejar fluir.
No llevo la cuenta de cuántos viajes realicé en esos años, porque para mí son infinitos, podrían ser millones, donde esa magia se despliega, el campo y el horizonte, los días radiantes, las tardes de lluvia, el aire lleno de energía.
Bienvenidos a Chascomús.
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