Estar en el ahora, un viaje por Las Terrenas, en República Dominicana.
Hay un tema que me viene resonando cada vez más: “estar en el ahora” es quizás uno de los desafíos con los que nos topamos en nuestro día a día, parece simple pero no lo es, hay muchos distractores en nuestra mente que nos arrastran a un pasado que no se puede cambiar, así como también hacia un futuro que no existe, no ocurrió, está en nuestra imaginación.
Comienza el día y estoy en un lugar nuevo para mí, Las Terrenas, un pueblo pesquero de República Dominicana ubicado en Samaná, famoso por sus playas paradisíacas y por las historias que envuelven al lugar, como por ejemplo aquella que cuenta que muchos de los habitantes fueron viajeros, turistas, que al pasar por aquí unas noches decidieron mudarse y hacer sus vidas en este lugar mágico.
Para alojarnos elegimos Residencia del Paseo, un complejo muy lindo ublicado en el paseo comercial al que refiere su nombre. Cuenta con apartamentos tipo studio y duplex, cocina con anafe, vajilla, balcón al parque y baño. Es un muy buen lugar para visitar el destino con amigos, familia o en pareja y tener una estadía relajada, con la posibilidad de cocinar y no depender únicamente de restaurantes.
En cada viaje que realizo trato de enfocarme mucho en estos detalles y “grabar” mis estados de felicidad con cada lugar, aroma, sabor, para llevarme las mejores experiencias en mi ser.
¿Por qué mi obsesión con estos temas?
Muchas veces me he dado cuenta que al regresar de un viaje no había disfrutado, o al menos vivido de forma más consciente cada momento. Descubrí que en muchas ocasiones estuve mirando demasiado al pasado y al futuro.
Estar en el pasado nos conecta con situaciones que no podemos cambiar, si bien es maravilloso revivir los buenos momentos, también están los no tan buenos, y podemos pasar mucho tiempo recreandolos con finales alternativos que nos reconfortan en el momento, pero nos siguen recordando algo que no es de lo más feliz.
Estar en el futuro nos produce ansiedad de forma creciente y desmedida, ya que nos hace vivir en un tiempo que no existe aún, y podemos caer en la tentación de recrear posibles situaciones que esperamos, positivas o negativas, pero que en definitiva nos quitan mucha energía.
para todo mal, el mar… para todo bien, también
El mar en Las Terrenas es sublime, los tonos turquesas y azules se presentan ante mis ojos con el primer sol de la mañana, y con la excusa de ir a buscar dónde desayunar, recorro el parque del Apart del Paseo sin agenda, es decir, sin apuro ni horarios, lo único que tendrá preponderancia para mi en este día será el inmenso Mar Caribe y las playas de Las Terrenas.
Como bien dice la frase que encabeza este párrafo, el mar nos cambia la energía, estar en contacto con la Naturaleza nos sana, nos conecta con un sistema mayor que nos resetea, los viajes son una posibilidad estupenda para volver a conectarnos con nuestro ser, y desde ese lugar, ver las cosas con una nueva mirada.
Es importante destacar que esta mirada se activa cuando cambiamos el observador, en coaching hablamos del observador cuando nos posicionamos desde el afuera para observar circunstancias propias. El viaje nos da la oportunidad de repensarnos, con lo cual nos observamos mucho a nosotros mismos, nos damos el espacio que quizás en otros momentos no nos permitimos.
Al viajar de manera consciente nos conectamos con nuestro ser (nuestra esencia sin estar adaptados a contextos sesgantes) y como te mencionara en un viaje anterior a São Sebastião, conectarnos con el ahora es una gran sanación desde que activamos los sentidos en el presente.
En Las Terrenas el mar tiene una calma diferente, mientras caminaba con mis compañeros de viaje conversábamos acerca de la importancia de no forzar las situaciones, previo a esto estuvimos a punto de negociar una excursión a otra prometedora playa con los remises moto, una negociación que se estaba prolongando mucho más de lo normal, y en un momento nos dimos cuenta que era mejor la propia playa del pueblo costero, que nos ofrecía todas las bondades del Mar Caribe, todo lo que esperamos se encuentra aquí: los bares de playa, restaurantes, paseos de compra, artesanías, y el gran atardecer.
Y quizás este ejemplo nos pueda recordar una vez más lo que ya sabemos: en nuestro interior sabemos lo que queremos, empecemos hoy a vivir nuestro propio lugar de paz.
¡Te veo en el camino!
Hernán